"He venido por TODOS mis HIJOS con el deseo de
acercarlos a Nuestros Corazones"




El Señor expuesto las 24  horas del día en vivo y en directo

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LAS HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Las veinticuatro horas de la Pasión

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Meditaciones Sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Para acompañar a Nuestro Señor Jesucristo, en cada Hora de su Pasión

Por Luisa Picarretta, hija de la Divina Voluntad. 
(En proceso de Beatificación)



HORA DE SAN JOSÉ
Para hacer los:
Domingos a la 21 horas
 Domingos 09:00 PM




Mensajes de Dios y la Virgen María (MDM)
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Por RORATE CÆLI -23/11/2014


lunes, 1 de junio de 2015

LA RESURRECCIÓN DE JESÚS- M. Valtorta

(...)Los soldados deben haber encendido un pequeño fuego durante la noche, porque hay en el suelo ceniza y tizones mal quemados(...)

(...). En el cielo, que ahora presenta en el Oriente un área enteramente rosada que se va extendiendo cada vez más por el cielo sereno - donde todavía no hay rayos de sol-, aparece, procedente de profundidades desconocidas, un meteoro lleno de resplandor. Y el meteoro baja -bola de fuego de irresistible resplandor- seguido de una estela rutilante, que quizás no es más que el recuerdo de su fulgor en nuestra retina. Baja velocísimo hacía la Tierra, esparciendo una luz tan intensa, fantasmagórica, aterradora dentro de su belleza, que la rosada de la aurora queda anulada, superada por esta incandescencia blanca.


Los soldados alzan, estupefactos, la cabeza (incluso porque con la luz llega un estampido potente, armónico, solemne, que llena con su sonido toda la Creación). Viene de profundidades paradisíacas. Es el aleluya, el gloria angélico, que sigue al Espíritu del Cristo en su regreso a su Carne gloriosa.

sigue...


(...)Otro instante, y se produce un repentino movimiento bajo la pesada sábana. Tan repentino, que, desde el instante en que El mueve las manos cruzadas, hasta el momento en que aparece, majestuoso, en pie, lleno de resplandor con su vestido de inmaterial materia, sobrenaturalmente bello y majestuoso, con una gravedad que lo transforma y eleva sin anularle su identidad, la vista casi no tiene tiempo de captar los momentos sucesivos. Y ahora la vista lo admira.


Los soldados alzan, estupefactos, la cabeza (incluso porque con la luz llega un estampido potente, armónico, solemne, que llena con su sonido toda la Creación). Viene de profundidades paradisíacas. Es el aleluya, el gloria angélico, que sigue al Espíritu del Cristo en su regreso a su Carne gloriosa(...)


618-Jesús resucitado se aparece a su Madre.

(...) María, que se ha estremecido con el ruido y que alza la cabeza para ver qué ráfaga de viento ha abierto la ventana, ve a su radiante Hijo: hermoso, infinitamente más hermoso que cuando todavía no había padecido; sonriente, vivo, más luminoso que el Sol, vestido con un blanco que parece luz tejida. Y lo ve avanzar hacia Ella.

María se endereza sobre sus rodillas y, uniendo las manos sobre el pecho, dice con un sollozo que es risa y llanto: «Señor, mi Dios». Y se queda arrobada, contemplándolo con su rostro lavado todo en lágrimas, pero sereno ahora, sosegado por la sonrisa y el éxtasis.

Pero El no quiere ver a su Madre de rodillas como una sierva. Y la llama tendiéndole las Manos, cuyas heridas emanan rayos que hacen aún más luminosa su Carne gloriosa: « ¡Mamá!».

Y no es esa palabra afligida de los coloquios y despedidas anteriores a la Pasión, ni el lamento desgarrado del encuentro en el Calvario y de la agonía. Es un grito de triunfo, de alegría, de liberación, de fiesta, de amor, de gratitud. Y se inclina hacia su Madre, que no osa tocarlo, y le pone sus Manos bajo los codos doblados, la pone en pie, la aprieta contra su Corazón y la besa.


¡Oh, entonces María comprende que no es una visión, sino que es su Hijo realmente resucitado; que es su Jesús, el Hijo que sigue amándola como Hijo! Y, con un grito, se le arroja al cuello y lo abraza(...)

La aparición a María Magdalena:


sigue...

(...)-¡María! Jesús aparece radioso al llamarla. Se revela con su esplendor triunfante.
-¡Rabhuní!
El grito de María es verdaderamente "el gran grito" que cierra el ciclo de la muerte. Con el primero, las tinieblas del odio fajaron a la Víctima con vendas fúnebres; con el segundo, las luces del amor aumentaron su esplendor. Y María, al emitir este grito que llena el huerto, se alza y, presurosa, va a los pies de Jesús, a esos pies que quisiera besar.

Jesús, tocándola apenas con 1a punta de los dedos en la frente, la separa: -¡No me toques! No he subido con esta figura todavía a mi Padre. Ve donde mis hermanos y amigos y diles que subo al Padre mío y vuestro, a mi Dios y a vuestro Dios, y luego iré donde ellos. Y Jesús, absorbido por una luz irresistible, desaparece.(...)

(...).¿Ves cómo amo a quien fue culpable, pero quiso salir de la culpa? Ni siquiera es a Juan al primero que me aparezco. Me aparezco a la Magdalena. Juan había recibido ya de mí el grado de hijo. Podía recibirlo, porque era puro y podía ser hijo no sólo espiritual, sino también dador y receptor -a la Pura y de la Pura de Dios- de los cui-dados o necesidades que están ligados a la carne. Magdalena, la resucitada a la Gracia, tiene la primera visión de la Gracia Resucitada.

Cuando me amáis hasta el punto de vencer todo por mí, Yo tomo vuestra cabeza y vuestro corazón enfermos entre mis manos traspasadas y espiro en vuestro rostro mi Poder. Y os salvo, os salvo, amados hijos. Y de nuevo aparecéis hermosos, sanos, libres, felices; volvéis a ser los amados hijos del Señor; hago de vosotros los portadores de mi Bondad en medio de los indigentes seres humanos, aquellos que les dais a ellos testimonio de mi Bondad, para convencerlos de ella y de mí. Tened, tened, tened fe en Mí. Tened amor. No temáis. Que os infunda seguridad en el Corazón de vuestro Dios todo lo que ese Corazón ha padecido para salvaros.



Lucas 24, 36-34

36 Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dijo: "La paz con vosotros." 37 Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. 38 Pero él les dijo: "¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? 39 Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como véis que yo tengo." 40 Y, diciendo esto, los mostró las manos y los pies. 41 Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: "¿Tenéis aquí algo de comer?" 42 Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. 43 Lo tomó y comió delante de ellos.

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