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LAS HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Las veinticuatro horas de la Pasión

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Meditaciones Sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Para acompañar a Nuestro Señor Jesucristo, en cada Hora de su Pasión

Por Luisa Picarretta, hija de la Divina Voluntad. 
(En proceso de Beatificación)



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Mensajes de Dios y la Virgen María (MDM)
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Por RORATE CÆLI -23/11/2014


martes, 14 de junio de 2016



Los falsos profetas de Baal de nuestros días. ¿Quénes son?



Justo hace pocos días, se leyó en la Santa Misa el pasaje del libro de los Reyes sobre Elías y los 450 sacerdotes de Baal. Ese día, mi director espiritual celebró la Misa temprano, y después tuvo un momento para comentarme su reflexión personal sobre esta lectura del Antiguo Testamento, y de esa reflexión nace este pequeño escrito.
Para situarnos un poco en la historia, recordaremos que Elías vivió en tiempos del rey Acab. Acab fue el séptimo rey de Israel, que sucedió a su padre Omri en el año 918 a.C. y reinó veintidós años. Acab se casó con Jezabel, hija de Ed-Baal, rey de Tiro,  mujer ambiciosa e idólatra, quien ejerció gran influencia para introducir en Israel el culto de Baal y Astoret.
Acab erigió un templo en Samaria al dios Baal y persiguió a los profetas de Dios. A causa de esta apostasía Dios castigó a Israel con tres años de sequía y hambre, hasta que el profeta Elías desafió y eliminó a los profetas de Baal en el monte Carmelo. La forma en que lo hizo la recordamos bien. Elías habló con valentía ante todo el pueblo, diciéndoles que sólo él había quedado como profeta al servicio del Dios de Israel, mientras que 450 profetas apostataron de su fe, rindiendo culto al falso dios Baal.
Es entonces cuando Elías les amedrenta, diciéndoles que escojan entre el dios Baal o el Dios de Israel. Y para ello les reta a pasar una prueba que hará saber a todo el pueblo quién es el verdadero Dios, a través de la fe inquebrantable de aquel hombre escogido como Profeta del Altísimo.
Los sacerdotes de Baal, acceden al reto y empiezan sacrificando al buey asignado, lo ponen en el altar, sin fuego, tal y como Elías ha solicitado. Empiezan a llamar durante largas horas a su dios, Baal, clamando y danzando para que baje el fuego que consuma la víctima. Pero nada sucede, y finalmente, aborrecidos y cansados, desisten de su vano intento.
Contrariamente, Elías, después de presenciar la derrota de aquella muchedumbre de apóstatas, prepara el altar en la forma que sabe agradará al Dios de sus padres, colocando 12 piedras, símbolo de las 12 Tribus de Israel, y tras colocar sobre la leña sin prender, al animal descuartizado y rocíado por tres veces con agua, clama a Dios y éste enciende el fuego que consumirá la leña, el altar y la víctima. Este hecho, hace que el pueblo reconozca al verdadero Dios y le alabe postrado en el suelo.
Ciertamente, la palabra de Dios, es eterna, perpétuamente estable, tal y como leemos en la Escritura. Ella siempre tiene un mensaje actual que transmitir a cada generación que ora y medita en ella, pidiendo la luz al Espíritu Santo.
La reflexión que me hacía mi director en referencia a este pasaje, aplicándolo a nuestros días, es la de darnos cuenta de cómo la verdad siempre tiene escasos seguidores, a veces solo uno, como en este caso el profeta Elías, y no por ello deja de ser menos verdad.
Así percibimos que pasa hoy lo mismo que en tiempos del Profeta. Hay muchos profetas, es decir, elegidos de Dios en la Iglesia Católica. Muchos sacerdotes, almas consagradas y escogidas desde siempre, con las que el Señor contó para acercarle almas a Él. Pero muchos de ellos, por diversidad de causas y situaciones ya no sirven al verdadero Dios.
Infiltrada como en tiempos de Acab, la religión verdadera, es atacada, asesina a los verdaderos profetas de Dios, justamente por aquellos que debieran predicarla y amarla, pero se han dejado convencer, lo mismo que Acab lo hiciera por su esposa pagana, Jezabel, y ahora adoran a dioses falsos, apostatando de Cristo y de su Iglesia.  Y ésto no es simple paradoja. Vemos como muchos de los que debieran adorar al Único y Verdadero Dios, no tienen reparo en poner a otros díoses a la misma altura del Dios único y verdadero, tal y como presenciamos el 6 de enero en el vídeo de las Intenciones del Apostolado de la Oración.
Del mismo modo,  hemos tenido que escuchar frases asombrosas llenas de falta de celo apostólico como “no es necesario dejar el protestantismo y cambiarse a la religión católica”, o bien  que “cada cual desde su fe se podrá salvar” o que “en el Cielo nos encontraremos todos, todos”…….  Ante estas y otras aberrantes barbaridades condenadas por el magisterio de la Iglesia Católica, muy pocos de los jerarcas de nuestra Iglesia se rasgan las vestiduras y dejan solo al Señor. ¡Qué pocos profetas verdaderos quedan en la Iglesia Católica!
Pero, para gloria de Dios, la historia se repite nuevamente, como en tiempos de Elías. Valientes pastores como  Burke, Sarah, Scheneider, Oster, son algunos de los “Elías” que ya han empezado a alzar su voz y a clamar por las ovejas que pueden perderse eternamente.
Nosotros, los fieles, estamos espectantes ante lo que se está desplegando ante nuestros ojos, observando como estos obispos y cardenales, ostensiblemente, sin respetos humanos,  están encarándose como Elías a todos los apóstatas para que tomen partido y se decidan por servir o al dios falso, al dios del mundo, del demonio y de la carne, o al Dios verdadero, el que va contra estos tres enemigos del alma y quien el que no contenta a la mayoría y a las masas, porque su Reino no es de este mundo.
El pueblo fiel, está observando como por parte de una gran mayoría de la jerarquía eclesiástica, se intenta “provocar el fuego” que haga arder la víctima, un fuego destructor, en este caso, de la verdad y la fe que promueve el magisterio. Dicha  mayoría eclesiástica es aquella que no quiere perder su status, su cargo, su prestigio o su honra personal y ha vendido a su Dios, ha preferido medrar junto al pecado antes que perder todas estas posesiones mundanas. Sus “clamores y llamadas a su falso dios”  son las herejías que día a día salen de sus bocas,  y sus “danzas y cánticos” las complicidades con el mundo y las élites de los gobiernos mundiales, que unidas a ellos adoran al Baal de nuestros días, el demonio a quien sirven los poderes terrenos(aquí) . Nunca vimos una Iglesia tan cercana a los líderes mundiales que se dedican a atacar los derechos de Dios, ni encontramos tampoco antes, un descarado interés en promover el mal como el hallado en algunos de sus escritos o sus proyectos.
Como Elías, los prelados fieles, profetas verdaderos de nuestro tiempo, esperan pacientes el “segundo turno”. En su momento, dispondrán también el altar, dispondrán sus voces clamando a Dios, y Dios les escuchará, y hará descender el fuego que destruya todo error y herejía. Hará sucumbir todos los intentos de demolición de la Verdadera Iglesia de Jesucristo.
Por el momento toca orar mucho por ellos y esperar a que llegue pronto ese “segundo turno”, que representará la Victoria de la Iglesia a través del Inmaculado Corazón de María, tal y como la Virgen dijo a los pastorcillos de Fátima. CAPILLA1Victoria sobre la falsedad, cual fue la del profeta Elías.
Seamos pacientes, no desesperemos. A veces, lo estamos experimentando muchos, el tiempo parece interminable, y ya quisiéramos vivir la victoria de Nuestro Dios. De ahí la llamada a intensificar  en la oración, ahora más
que nunca, para que la fe de nuestros amados “Elías” no decaiga y veamos pronto la restauración de la fe y de las costumbres y la reconstrucción de la Iglesia Verdadera de Jesucristo. Dios nos permita ser testigos de éste prendimiento de fuego en Ella cual Segundo Pentecostés. Que pronto podamos ver restaurada y venerada la verdadera Una, Santa, Católica y Apostólica Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo.

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